domingo, 1 de febrero de 2009

Una tarde gris.

Leo: “ Uno siempre encuentra con exactitud y sin dilación la mentira que necesita, como también puede encontrar, con exactitud y sin dilación, la verdad que necesita, siempre y cuando perciba la necesidad de verdad, es decir, de la liquidación de su vida” *
Leo y releo lo transcrito sin poder apartar mis ojos de esas tres líneas, y, menos mal, a la vez me dejo ir con el preludio de la suite nº 1 en Sol mayor para violonchelo de J.S. Bach que, sin percatarme de mi gesto, repito una y otra y otra vez, tan pronto como concluye en apenas tres minutos, aplicando mi dedo a la tecla de replay.
En principio leo y escucho, pero hay momentos en que escucho y leo sobreponiéndose a la palabra escrita la música, mientras mi estado de ánimo se balancea, sin poderlo remediar, en un constante reponerme entre confusa y transportada.
Se me pone carne de gallina y levito con la música muy, muy alto, y luego, sin vértigo alguno, caigo a peso con cada palabra que leo. Seguro que es la aceptación total de lo irremediable.
Vuelvo a leer: “Uno siempre encuentra la mentira que necesita”… ¡Caray! Te das cuenta, entonces, de que hay frases redondas en si mismas pero vacías de contenido, y hay otras que parecen no decir casi nada, que, como la transcrita, se manifiestan con la cabeza gacha, sin ruido y casi como pidiendo perdón, y que se te enredan en el alma y hacen callo, y que tras su lectura empiezas a dejar de ser la misma de siempre porque ya no sabes como conseguir olvidarlas, y tú y tu pensamiento siempre habeis sido uno solo.
Sin duda parece cierta la afirmación. Siempre se encuentran, si se buscan, motivos para seguir pase lo que pase y a quien pese, y sobre todo a pesar de una misma. Si, por supuesto. Siento como voy in crescendo con la melodía para después sentirme caer de golpe, sin remisión y sin red protectora, con la palabra demoledora y desnuda carente de todo artificio. Me desarma porque no deja margen a otras posibilidades. Me irrita porque no admite replica. Se desdibuja con el bálsamo de la música, y luego regresa para instalarse frente a mí simplemente. Pero no, a pesar de su apariencia no resulta del todo dramática. Se manifiesta como es, sin aspavientos, como algo cierto aunque se le ignore, pero asumible y lógico. Todo depende de saber aceptarla dentro de un cierto orden, y mientras exista un orden todo esta bien aunque nada esté bien. Si, por lo menos un mínimo de estética. Guardar las formas. No descomponer la figura en ningún caso.
Por supuesto que siempre he encontrado la mentira que necesitaba, y encontrarla seguro que ha sido sinónimo de fabricarla artesanalmente si era necesario, disfrazarla amablemente, justificarla siempre. ¿Cómo podría ser ingrata con esa mentira si me está salvando de mi misma, de mi propia inestabilidad emocional, de mis contradicciones de siempre, de mis miedos heredados y nuevos, de mi lamentable inconsistencia con pretensión de grandeza? ¿Cómo rechazarla sabiendo como sé que a pesar de haberla confeccionado a medida no deja de ser prestada y universal, y que habrá que inventar otra, y otra y muchas más para seguir conciliando el sueño siquiera unas horas al día?
Si, una siempre encuentra su mentira, por supuesto que sí. Pero también se puede encontrar la verdad, y el esfuerzo es casi el mismo, sólo cambia la forma y manera de dejar de ser. Está claro que también puede existir una verdad, ésa que ya no nos permitirá justificarnos en lo absoluto, ni mirar a otra parte, ni ignorar casi nada, ni siquiera disculparnos a nosotros mismos ni disculpar a los demás. Esa que nos desvelará para siempre convirtiéndonos en insomnes irredentos. Por supuesto que existe una verdad o, incluso, la verdad, que debe ser aun más dramático, ésa que contribuirá eficazmente, como dice el autor de la frase, a liquidar nuestras vidas dotándolas de consciente pero amarga consistencia y a la vez transformándonos en seres infelices y sabios hasta el final de los tiempos.
Si, está claro. Hagan juego señores: ¿Rojo o negro, verdad o mentira? … ¡No va más!
Difícil elección para una tarde gris. Me parece que me voy a dejar ir envuelta entre esas notas que van y vienen de izquierda a derecha y discurren paralelas. Nada más y nada menos que eso, pero suficiente paras escapar por el momento. Seguro que después volveré. Seguro. ¿Dónde podría ir si no?

*I. Kertész “La bandera inglesa”

3 comentarios:

calimatias dijo...

Más que la reflexión sobre las palabras de Kertész, lo que me ha llegado primero es la conmovedora experiencia del lector. Cómo nos ha descrito ese mundo de sensaciones íntimas. El cuadro perfecto del acto solitario que es la lectura. Cómo, a veces, hacemos acopio de otros placeres igualmente gratos y personales para acompañar al hecho cierto de nuestra soledad lectora. Es imposible no tener asociada la música a mil experiencias o lecturas. Hay novelas que rescato al sonido de ciertas canciones. Y quien dice novelas puede escoger cualquier acontecimiento de la vida. Es un lugar común de nuestra existencia. Pero esta vez mi atención, lo repito de nuevo, se lo lleva su acto lector, la génesis de ese movimiento, los placeres asumidos y sumados al gran placer. El ropaje elegido para penetrar en el sentido de un texto de tres líneas, tan meticuloso y consciente, que sugiere a lo mejor una plácida soledad sin voces discordantes en una casa vacía. Por un rato vacía, tal vez, pero donde estamos nosotros y nuestros actos.
Se levita con la música o se desciende al infierno lúcido del Nóbel. Se alternan los procesos hasta confundirse. Levitación y bálsamo; asunción y valor de seguir adelante; miedos que nos hacen decir que mientras exista un orden todo está bien aunque nada está bien. Paradoja habemus. Y como estoy entre un ensayo de Camus y la relectura de los Demonios de Dostoievski, esa afirmación me toca fibras. Veamos: si no hay dios, si no hay organizador del Caos, no hay un orden que pueda aceptarse como tal. Entonces el hombre es un ser libre en un universo absurdo donde todo está permitido. Luego viene la conciencia con su periodo de rebajas que limita nuestras elecciones, pero quedan seres libres nada acomplejados como Kirilov, por ejemplo, en Los demonios. Curioso que Camus se fije en ese personaje del ruso en su luminoso ensayo El hombre rebelde.
Me cuesta asumir como valor aceptable la sugerencia de la estética, de guardar las formas, de no descomponer la figura. A lo mejor es eso de ir a la ética por la estética. Espero que no. Más apropiado parece el reconocimiento de la instrumentalización de verdades y mentiras. El uso y abuso que hacemos de cuantas formas arbitrarias nos asedian continuamente, siempre según circunstancias y conveniencias. No somos distintos los unos de los otros tampoco en eso. Acabamos siendo reos de la verdad o la mentira. La misma fatiga produce una que otra. Como dice usted: insomnes para los restos.
Puede que sea un hecho cierto más de la dualidad misma: Verdades y mentiras... Delitos y faltas...Orgullosos y ofendidos... Seguramente sabemos del valor de una verdad porque conocemos la resignación de la mentira. También puede darse el caso de que haya que elegir entre una verdad dolorosa y una mentira piadosa, como nos explica Unamuno. Pero ahí se habla de elección y casi siempre que nos inclinamos por utilizar una máscara u otra es por intereses. Yo creo que la verdad proclamada, la personal e íntima, la que no daña a otros porque no va en busca de nadie más, nos hace infelices. La mentira no nos ayuda a ser mejores. Tampoco mejora el panorama ni cambia la mueca de infelicidad. Hasta puede que sean hermanas gemelas que todavía pugnar por ver cuál de ellas vino antes al mundo. De las dos desconfío igualmente. No sé por qué será.

mangeles dijo...

uinss que interesante. Me apunto a este blog. Y a leer a sus comentaristas.

Aunque no tengo mucho que decir, estaré por aquí.

Encantada de encontrarte Isadora.

Y sí... los ricos no tienen frío.Eso intentan transmitir. Pueden lucir tipo y traje glamuroso sin despeinarse por el viento...

mangeles dijo...

Yo sigo pensando que ser inteligente, y culto y pensar es un PRIVILEGIO y debe ser una GOZADA. No puede ser que esas cualidades hagan la vida más triste o peor. Creo que se dice eso por cansancio, porque es duro y díficil pensar, y aprender...pero cada conocimiento, cada pensamiento, cada descubrimiento ...es MARAVILLOSO...

En este blog hay que pensar mucho ehhh...